Así se desprende de una encuesta realizada a 4000 personas por la consultora Deloitte, según recoge Management Issues y Tendencias21. El tema que estudiaba era el equilibrio de la vida laboral y la familiar y la conclusión es que este equilibrio dependen del nivel de ingresos. De este modo, el 40% de las personas que cobran más de 75.000 dólares al año afirman conciliar adecuadamente su vida, en comparación con menos de la tercera parte de aquelllos que lo consiguen y que cobran de entre 25.000-35.000 dólares. La diferencia en las respuestas no me parece excesivamente amplia (33% frente a 40%), pero sí que creo que el nivel de toma de decisiones y de calidad de vida (en todos los sentidos) varía considerablemente en la posición jerárquica que uno se encuentre. Unas de las posiciones más complejas es la de los mandos medios, que viven la presión de arriba y de abajo. Mientras, en la Alta Dirección de las grandes empresas la presión no es tan acentuada, al menos en este campo. Existen otras incertidumbres, como las luchas de poder y las maniobras políticas, pero creo que en general se vive una mayor calidad de vida. Si no fuera así, ¿por qué la gente querría ascender?

El estudio también hace mención a la necesidad de honestidad, cosa que comparto firmemente. Una de las cualidades que más valoro es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, como ya hemos hablado en alguna ocasión, porque creo que es de las cosas que más faltan en las empresas. No sé cómo se pretende buscar el compromiso en los profesionales si primeramente las personas que ocupan puestos de poder no se comprometen. El compromiso, la motivación y la confianza se apoyan en la honestidad o en la coherencia de los hechos. Creo que sería un maravilloso deporte que se comenzara a practicar en las empresas.

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