¿Qué es lo que mueve a un profesional a rendir más de lo estrictamente necesario? o ¿qué le induce a permanecer en su organización y a no marchar a otra aún teniendo la posibilidad de hacerlo?, ¿el sueldo, la carrera profesional, el estilo de dirección…? Depende. Depende de la persona y de la empresa. La única certeza que podemos tener es que cuando un profesional aporta más de lo estrictamente necesario es porque está motivado a hacerlo, o que cuando permanece en su empresa es porque tiene la motivación de continuar ahí. Y ambas motivaciones son imprescindibles para que el profesional desarrolle su talento individual y colabore a crear valor a los clientes y a su organización. Pues bien, la motivación de pertenecer y de aportar en una compañía es lo que denominamos compromiso. El compromiso es diferente a la satisfacción. Un profesional satisfecho no tiene porqué estar comprometido, como es el caso de ciertos profesionales motivados a continuar ahí, pero no a aportar valor. Seguramente ha conocido alguno en su vida.
Por cierto y sin cambiar de tema, ¿le gusta bailar? Aunque su respuesta no sea afirmativa, seguro que sabrá que un buen baile -tango, sevillana o merengue- es cosa de dos. Pues el compromiso es igual: una cosa de dos, del profesional y de la empresa. Un profesional por sí solo no se compromete (como tampoco uno baila un tango solo). Tendrá mayor o menor capacidad de comprometerse (o de bailar), pero el resultado sólo llega a materializarse dependiendo de la organización en la que se encuentre y de cómo ésta actúe (de la pareja de baile).
El resultado de la relación entre la capacidad de comprometerse del profesional y las actuaciones de la empresa, como la de cualquier otra pareja (y no necesariamente de baile), puede ser de tres tipos: crecimiento, separación o “infidelidad” (es decir, continuar en la compañía pero pensando en otra). Como es de suponer, sólo cuando de esta relación prosperan o crecen tanto el profesional como la empresa, es cuando se genera el compromiso, el profesional se desarrolla y contribuye a alcanzar los resultados organizativos.
El compromiso, por tanto, siempre depende de dos: Del profesional y de la organización donde se encuentre. Este es el motivo por el que una persona puede estar comprometida en un determinado entorno y no en otro, dependiendo de sus motivaciones y expectativas. Alguien puede sentirse muy realizado trabajando en Médicos Sin Fronteras y otro especialista prefiera la capacidad de aprender en hospitales con tecnología avanzada. Lo importante para definir el compromiso es conocer cuál es la propuesta de valor que he de hacer como empresa y cuáles son mis motivaciones y expectativas como trabajador. Sólo en ese momento podré identificar mi mejor pareja de baile.