El ser humano vive dos fuerzas que determinan su carácter: una es la tendencia a autorrealizarse y otra es la búsqueda de la aceptación de otros. Como diría Rogers, la persona busca sentirse realizada y ser congruente con lo que puede llegar a ser. De hecho, no hay nada más frustrante que pensar que uno podría hacer más cosas de las que realmente le dejan o está haciedo. Por otro lado, las personas buscamos la valoración positiva y esta puede ser de dos tipos: Incondicional, ser querido sin importar lo que se haga (¿existe ese amor puro?) y otro, condicional, es decir, querer si se cumplen ciertas expectativas. Mucho me temo que la segunda suele ser más habitual. Pues bien, Rogers dice que precisamente estas dos fuerzas, la autorrealización y la aceptación por otros, muchas veces son contradictorias. Mientras que la primera nos hace ser congruentes con nosotros mismos, la segunda puede llegar a limitarnos. Comparto la idea de Maslow y Rogers de que la gran mayoría de personas buscan su autorrealización y creo que precisamente emociones como la culpa y el deber son un freno.
La culpa, además, en la cultura latina está muy acentuada (y me atrevería a decir que más en mujeres, aunque no tengo ningún estudio que lo avale). Como le escuché a un sociólogo hace años, no hace falta mas que pensar en el hecho de haber nacido con pecado. Es además una emoción «muy bien aprendida» en muchas familias: Si no haces esto, te sientes culpable por traicionar las expectativas de tus padres. Esto se puede trasladar a la pareja y tantos otros ámbitos. Muchas veces las personas compran culpas sin darse cuenta de que al mismo tiempo están frenando su autorrealización personal. Las acciones que se mueven por la culpa según otro psicólogo, Deci, son opuestas a las que hacemos para autodeterminarnos.
Así pues, la culpa mina cualquier intento de autorrealización y parece además, que el equilibrio entre la autorrealización y la necesidad de ser aceptado por otros nunca es fácil, creo más bien que es un arte y que conforme pasan los años uno se va haciendo más experto en ser uno mismo y en no preocuparse tanto del qué dirán.