En 1968 el submarino atómico estadounidense Scorpio desapareció en aguas del Atlántico Norte a noventa kilómetros al sur de las Azores. El objetivo era arduo y difícil, ya que había que buscarlo en un radio de treinta y cinco kilómetros y a varios miles de metros de profundidad. Llamaron a expertos que pudieran ayudar a la Armada, pero no hubo suerte. El oficial John Craven dio una solución innovadora: Planteó varios escenarios posibles sobre la ubicación del submarino, reunió a un grupo de expertos en distintas áreas, desde matemáticos hasta especialistas en salvamento y les pidió que cada uno, de manera individual, diera sus explicaciones sobre la velocidad que llevaría el sumergible, el momento en el que tocó fondo…
Ninguna de las respuestas individuales dio la solución, pero Craven tomándolas todas ellas y a través del teorema de Bayes alcanzó, tras 25 años de intentos estériles, una solución final que era bien distinta de los escenarios iniciales. Y dicha solución permitió localizar los restos del submarino. La experiencia anterior es narrada por Surowiecki en su libro “Cien mejor que uno” y es un ejemplo de la inteligencia colectiva. Las multitudes tienen una sabiduría desconcertante. El autor recorre mil y un ejemplos de cómo son más fiables las predicciones sobre los resultados de los ganadores de los Oscar de Hollywood que se obtienen en una página web donde las personas opinan libremente, que aquellas que publican los expertos en los periódicos. O cómo una veintena de empleados de Hewlett Packard allá por los 90 en un mercado ficticio de predicciones de ventas eran un 75% más certero que los cálculos oficiales de la dirección de la empresa. O cómo Google se ha alzado como el mejor buscador en internet utilizando la inteligencia colectiva. Sin duda, en este campo existe una oportunidad muy desaprovechada por nuestras organizaciones.
Ahora bien, para que el resultado final de una multitud opinando sobre algo sea inteligente han de darse las siguientes características: Diversidad, independencia y descentralización… además que quienes opinan tengan algún mínimo conocimiento sobre ello, lógicamente. Lo importante es que las personas opinen en base a sus propios criterios, evitando cualquier tipo de gregarismo; que sean además diversos y por supuesto, que haya descentralización en la toma de decisiones. Pues bien, ¿cómo podríamos aprovecharlo en las empresas? Y si lanzáramos encuestas internas sobre la previsión de ventas de nuestros productos, o sobre cuál es la política que tenemos que llevar a cabo, ¿qué ocurría? Las redes sociales permiten ya dar el paso. Ahora, el desafío está en cambiar el paradigma imperante, siempre tan orientado a buscar las soluciones por individuos aislados, cuando es posible que la multitud nos tenga guardada la solución correcta. Sólo hace falta preguntarle.
Hola Pilar,
Estoy de acuerdo con lo que indicas en tu post, donde queda en evindencia que muchas empresas están desaprovechando el conocimiento colectivo que ya tienen.
Ya existe un «nuevo» modelo de negocio denominado «Empresa 2.0» que aprovecha el uso de software social (con comunidades internas) para mejorar el funcionamiento de la empresa. Algunos beneficios de adoptar el modelo «Empresa 2.0» se retroalimentan con la inteligencia colectiva:
· Mejora de los comportamientos de colaboración: proporcionar herramientas e iniciativas para potenciar los flujos de colaboración
· Incremento de la base de conocimientos: aprovechar la inteligencia colectiva del uso de plataformas sociales internas
· Mayor acceso a los conocimientos internos: más facilidad de descubrir y conectarse con conocimientos especializados, ya sean documentos y contenidos o bien personas
· Mejora de la búsqueda: habilitar la búsqueda para proporcionar la información y los recursos más relevantes para cada individuo
· Fomenta el intercambio de información entre departamentos: facilita el acceso a información, potenciando el networking y la creación de conocimiento
En España creo que aún estamos en una fase inicial para adoptar este modelo, pero es ilusionante ver blogs como el tuyo en el que se tratan estos aspectos.
Como hablas de Hewlett Packard, me gustaría finalizar con una cita de un directivo suyo: «Si HP conociera todo lo que HP sabe, seríamos tres veces más productivos»
Saludos y enhorabuena,
Albert Cumplido
Qué interesante, Pilar! Voy a investigar sobre Surowiecki. Me has despertado una nueva curiosidad… 🙂
EXCELENTE E INTERESANTE SU POST. UN GUSTO VISITAR SU ESPACIO.
UN ABRAZO
Que interesante la historia del submarino, no la conocía, y eso que nací en ese año. 🙂 le doy la vuelta a tu refelxión y a lo de «Diversidad, independencia y descentralización» en relación a cómo afecta a las empresas el hecho de reunir a los directores en una misma sala para que saquen ideas, cuando lo que se debería hacer es que cada uno lo haga desde su perspectiva no influenciada. Creo más en las sinergias que en el supuesto trabajo en equipo, pues equipo no siempre significa roce.
genial como siempre…
Saludos
PR
Confianza es una de las clave, seguida de la paciencia y el «No hacer nada» entendido ese «No hacer nada» como un compás de espera de resultados.
Existe un ejercicio que se práctica en los grupos. Se trata de poner por orden de importancia 15 utensilios transportados en una nave espacial que aterriza en la luna, luego de confeccionar la lista individualmente, se realizan pequeños grupos y se vuelve a designar una nueva lista, resultando esta nueva lista muchos más de acuerdo con la solución real. Es decir la calidad de respuesta del grupo es superior a la individual. En este ejercicio se aprecia en los protagonistas la influencia del lider, del sumiso, del pensante, del timido, etc. etc.
Saludos y felicidades, Ramón
Saludos de nuevo Pilar, absolutamente cierto y comprobable. Muchas pequeñas mentes hacen un gran pensamiento…, el trabajo en equipo, o el pensamiento, o incluso la solidaridad colectiva cambia las formas, el fondo…, el tiempo. Lo que pasa es que, la enorme individualidad existente, interrumpe el buen uso de las formas, de los proyectos ilusionantes, de la creatividad a todos los niveles y precisamente, ahí es donde, debe comenzar a usarse la inteligencia colectiva y esforzarnos por transmitir la idea colectiva para que cualquier meta que nos propongamos sea conseguida o al menos, nos haya unido para conseguir algo en común.
Gracias Pilar por tus reflexiones y por estar ahí. Siempre nos recuerdas lo importantes que somos… y eso nos hace más fuertes. Besos
Buen artículo.
Inteligencia colectiva, la superación del gregarismo en un grupo organizado con un objetivo común.
Creo que existen herramientas, buenas prácticas, técnicas, con tecnolgía o sin que consiguen grupos de alto rendimiento y alta efectividad, desarrollando una suerte de energia e inteligencia colectivas. Me consta que algunas empresas las desarrollan para conseguir algo similar.
Y como muy bien dices son necesarias unas condiciones ambientales, una inteligencia emocional, una dinámica de grupos, la mente abierta y una visión.
Desarrollarlos en las empresas puede ser costoso (o no) en horas/persona, y en estos días estamos en manos de la dirección financiera!
Creo que tambien existen peligros:
Que todo se diluya, pues es energia de personas y de grupo que cambian sus prácticas.
Que sea necesario convertir sesiones de trabajo de este tipo en un ROI concreto, convertir intangibles que requieren su tiempo para madurar en tangibles en ahorros de costes.
Las resistencias departamentales al cambio: al tratarse de procesos horizontales en las empresas la implicación/comprensión puede ser insuficiente en otros departamentos obedeciendo a los tacticismos habituales.
Sugerente tema y un gran reto en toda organización.
Un saludo.
Cantidad es calidad…, al menos, en este caso…
Yo añadiría a las condiciones interflujo.
Cuidate