Pensemos por un momento en las tareas que tenía que desempeñar una ama de casa a finales de los 40, principios de los 50. Entre otras cosas, tenía que lavar la ropa a mano y comprar todos los días la comida porque los alimentos no se conservaban fácilmente. Situémonos una década después y hagamos el mismo ejercicio. Pondría la lavadora, compraría una vez a la semana y lo colocaría en la nevera. Todo el tiempo que le ahorran los electrodomésticos (ya que la coparticipación del hombre en las tareas domésticas es algo posterior, ¡cuando lo es!), lo comienza a invertir en sí misma: Formándose, trabajando en puestos cada vez más cualificados, demandando productos y servicios dedicados exclusivamente a un público femenino, que hasta entonces apenas había tenido mercado. Todo ello colabora a que se produzca una revolución social: la incorporación masiva de la mujer al trabajo (en 1930 menos del 10 por ciento de los trabajadores españoles eran mujeres; en 1960, el 15,2 por ciento y en 2003, 46 por ciento -9 puntos por debajo de la media europea que alcanza el 55,1%-), conlleva entre otros efectos, descenso de la tasa de natalidad, aumentos del número de separaciones y divorcios, crisis de los valores tradicionales… y un largo etcétera que los sociólogos continúan investigando.
La revolución de los electrodomésticos es un ejemplo entre tantos otros de cómo la tecnología evoluciona y colabora a transformar la sociedad. Podíamos haber seleccionado el nacimiento del estribo, el descubrimiento de la electricidad, la máquina de vapor, el uso del e-mail o la interpretación del código genético. En cualquier caso, la tecnología acelera los cambios sociales y trastoca por completo las antiguas y estables ideas de cómo funcionan las cosas. Así lo recoge la Ley de la Fractura: «Mientras los sistemas sociales, políticos y económicos crecen de manera gradual, la tecnología lo hace de forma exponencial», según Downes y Mui.
De la importancia de la tecnología es de lo que estamos hablando estos días en el congreso de AETICAL al que me han invitado estos días y que se celebra en Carrión de los Condes.
Cierto, pero tampoco es necesariamente catastrófico, gracias a la tecnología y su aumento exponencial, Malthus no tiene razón (lo cual, no sé muy bien, si es bueno o malo)
No me parece que sea totalmente cierto que la tecnología fractura la sociedad, simplemente la hace evolucionar, y muchas veces somos las propias personas las que demandamos más tecnología. Me refiero a nuevos aparatos o dando nuevos usos a elementos ya inventados. Entrando en un círculo vicioso que hace evolucionar aún más a la sociedad.
Un saludo
Teneis razón con lo de sonar un poco exagerado. He tomado el término de los autores que escribieron sobre las «killer aplications». El término fractura hace referencia a que es capaz de cambiar parte de nuestra vida (sólo parte, de acuerdo), pero ¿cómo podíamos vivir antes sin móviles? ¿Y sin Internet? Ahora se nos hace difícil. Fractura los hábitos e incluso la forma de pensar.
Un saludo
Bueno, yo si pienso que el término está bien utilizad, pues no es necesario asociarle siempre la connotación negativa que por lo general estamos acostumbrados a escuchar. También pienso que la tecnología es el mayor «fracturador» de sociedades que existe (aparte de la guerra) pues divide todo en cotos…Los que la tienen y los que no, los que saben usarla y los que no, los que están de acuerdo con ella y los que no. Con cada inclusión de innovación tecnológica ¡puff! «casualidad», aparece una fractura social. La revolución industrial es una muestra de ello y la invención de la máquina de vapor y del coche y…pare de contar. Así que yo apoyo que si somos socialmente fracturables.
Slts
SM
Un poco más exagerado aún: La tecnología revoluciona la sociedad. La sociedad va evolucionando poco a poco y en ocasiones se revoluciona. La próxima ‘revolución no será televisada, será youtubeada’
Me gusta leer vuestros comentarios, Senior Manager y Javier. Las aplicaciones asesinas, como denominaron aquellos autores, significa fracturar la sociedad en dos grupos, como le ocurrió al estribo cuando apareció o a la electricidad. Y estoy de acuerdo que lo próximo lo veremos por Internet.
Un saludo
Es cierto que fractura a la sociedad, lo podemos comprobar en los cambios generacionales, cómo las costumbres y los valores van cambiando, pero no cambian para todos por igual y al mismo tiempo, esto hace que existan grandes contrastes entre la población, incluso de una misma población. Estos contrastes tan marcados no han existido en otras épocas, y, por su puesto, todo tiene su lado positivo y el negativo, personalmente creo que la tecnología nos conduce a un mundo mejor, el único peligro somos nosotros, si la utilizamos adecuadamente.
un saludo