«La tecnología nos hace más humanos» dice Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones en Atapuerca. La tecnología nos libera de las tareas rutinarias y nos proporciona tiempo para dedicarlo a otras tareas más creativas. Pensemos por un momento en el trabajo doméstico que tenía que desempeñar un ama de casa a finales de la década de los 40, principios de los 50. Entre otras cosas, tenía que lavar la ropa a mano y comprar diariamente porque la comida no se podía conservar fácilmente. Situémonos una década después y hagamos el mismo ejercicio. Pondría la lavadora y compraría comida una vez a la semana manteniéndola fresca en la nevera. El tiempo que le ahorran los electrodomésticos, lo comienza a invertir en sí misma: Formándose (en España la tasa actual de matriculación en enseñanza básica y superior es del 90% frente al 84% de los hombres), trabajando en puestos cada vez más cualificados, demandando productos y servicios dedicados exclusivamente a un público femenino, que hasta entonces apenas había tenido mercado. Todo ello colabora a que se produzca una revolución social: la incorporación masiva de la mujer al trabajo (en 1950 el porcentaje era del 29,6%; en la actualidad en España es del 39,8% y el reto está en el 60% en 2010 según la Unión Europea) que conlleva, entre otros efectos, el descenso de la tasa de natalidad, el aumento del número de separaciones y divorcios, la crisis de los valores tradicionales… y un largo etcétera que los sociólogos continúan investigando.
La revolución de los electrodomésticos ha ayudado a la incorporación de la mujer al trabajo, al igual que otros acontecimientos como las Guerras Mundiales o la necesidad de mano de obra intensiva. Pero el telón de fondo es, sin duda, la tecnología que es capaz de transformar la sociedad (como también sucedió con el estribo, la electricidad de Edison, la máquina de vapor, el uso del e-mail o la interpretación del código genético). La tecnología, por tanto, acelera los cambios sociales y trastoca por completo las antiguas y estables ideas de cómo funcionan las cosas. Y gracias a la tecnología, nos volvemos más humanos -como diría Carbonell- y el talento se posiciona definitivamente como uno de los ejes fundamentales de las empresas.
Hola Pilar,
Estoy de acuerdo en que la tecnología nos puede humanizar o al menos debería. Sin embargo, creo que depende de nosotros mismos del uso que le demos. Un gran ejemplo sería el teléfono, nos puede acercar a los demás de la misma forma que nos distancia (especialmente cuando damos prioridad a las llamadas antes de dársela a la persona con quien estamos en ese momento).
Otro tema realmente importante es el de la incorporación de la mujer al trabajo y su conciliación con la vida familiar. En este sentido, creo que ya tenemos bastantes ejemplos de otras sociedades como para poder afrontar el asunto dando facilidades a las familias. Personalmente he tenido la gran suerte de poder parar mi vida profesional durante siete años para estar con mis hijos y, he vuelto sin problemas. Por mi experiencia creo que la raiz del problema no es intelectual o de capacidades (después de siete años dedicandome a mi familia he vuelto a la vida profesional cargada de energía y creo que soy totalmente capaz). Sin embargo, muchas mujeres se enfentan a una cuestión económica que la sociedad aún no ha resuelto y, debería hacerlo más temprano que tarde.
Bueno corto ya, que este asunto me apasiona.
Un abrazo,
Totalmente cierto, Maru. La tecnología también puede separarnos del otro, pero una vez dependerá de quien lo hace que no tanto de la herramienta.
Por otro lado, el tema de la incorporación de la mujer al trabajo es realmente apasionante. ¡La cantidad de talento que no se sabe aprovechar hoy por hoy! me gusta mucho el informe de la Unión Europea sobre la igualdad hombres y mujeres, que analiza muy bien Eduardo Rojo en su blog.
http://eduardorojoblog.blogspot.com
y el cual habla sobre las distancias económicas, por ejemplos, y las distintas iniciativas que se pueden llevar a cabo.
Un abrazo,
Pilar