La fundación neoyorquina Families and Work Institute elabora un informe cada cinco años titulado “Estudio nacional sobre los cambios en la fuerza laboral” y en él se recoge las conclusiones de entrevistas realizadas a más de 100 altos directivos de las diez principales empresas estadounidenses. En el último publicado se arrojaba un dato sorprendente: el 34% de las mujeres y el 21% de los hombres afirman que sus aspiraciones profesionales han mermado. ¿Motivo? Según la vicepresidente de la Fundación, “no era porque se sintiesen incapaces de hacer el trabajo, sino que los sacrificios que tendrían que hacer en sus vidas personales eran demasiado grandes”. Pero no sólo ocurre con ellos. A cada vez menos mandos medios les seduce el ascenso por la jerarquía; por no hablar de los jóvenes, a quienes parece interesarles bien poco continuar la carrera profesional de los padres. No es de extrañar que se haya bautizado esta tendencia con el término de llanear, es decir, no desear alcanzar la cumbre y preferir continuar en la meseta organizativa.
¿Dónde está el éxito, entonces? No deja de sorprenderme que existan personas que se enorgullezcan de tener una tarjeta oro de compañías áreas. Eso significa muchos vuelos, mucho hotel y en muchos casos, como más de uno reconoce, mucha soledad. Está claro que a todos nos interesa hacer bien nuestro trabajo y que buscamos que nos apasione lo que hacemos (a algunos más que a otros, por supuesto). Pero en demasiadas ocasiones hay trabajos que exigen mucho más de lo que nos aportan y no todo el mundo está dispuesto a pagar ese precio. Quien prefiera llanear (lo siento por el diccionario) no significa que no tenga talento ni que pueda aportar valor a su empresa. Sencillamente, le da un valor importante también a su vida privada y eso es muy respetable. El concepto de éxito es muy personal y en la medida que las políticas organizativas sean capaces de crear espacios para los “llaneros” tendrán la posibilidad de evitar fugas de talento y de no sentirse tan solitarios en sus equipos.
Más información: wharton.universia.net
Me gusta tu reflexión y tu leguajear. Yo mismo en mi organización a veces he sido tildado de «llanero solitario» y, aunque no hablemos del mismo concepto, pueden establecerse entre ambos curiosas relaciones de afinidad y de antagonismo.También me seduce la idea de ir siendo «llanero social»
Saludos
Lo primero Pilar, felicitarte por tu blog. Al respecto del tema que comentas, creo que todos debemos aceptar que llegan nuevos tiempos y nuevos valores, en donde el trabajo ya no lo es todo, hombres y mujeres buscan una vida mas equilibrada y para ello se debe empezar a ser consciente donde están nuestras prioridades, que queremos de nosotros mismos y a donde queremos llegar, como ser único, sin fisuras, en donde trabajo, familia y sociedad, forman parte de un mismo todo, la persona. Así que enhorabuena llaneros por tener claro el camino, no es siempre fácil hoy en día.
Muy sensata tu reflexión, Pilar. He llegado hasta aquí tras la lectura de tu libro “Nomiedo, en la empresa y en la vida”. Te felicito por él, y creo que lo que expones en él es la base de muchos de los conflictos internos, que se manifiestan en todos los ámbitos. En la empresa pasamos muchas horas y son muchos los que se sienten en una cárcel, ya estén llaneando o volando. El miedo autosabotea a muchas personas, independientemente del entorno empresarial. Sin embargo, cada vez hay más conciencia de que el éxito es vivir de la manera que a uno le haga más feliz, disfrutando de la vida personal, sin detrimento del desarrollo laboral.
Muchas gracias por vuestros comentarios. Ferrán, te tomo la palabra de «llanero social». Me encanta. Escribiré algo sobre este nuevo concepto creado a medias.
Nekane, estoy de acuerdo contigo. Creo que las personas somos una entidad no fragmentada, donde tenemos un trabajo, una familia, unos amigos y si uno falla, afecta en mayor o medida al resto. Y, sí, Concha, al hilo de lo que mencionas se me ocurre la pregunta de ¿qué sería el éxito en el trabajo con una sensación de fracaso en el terreno personal?
Un abrazo