La curiosidad tiene grandes ventajas y se manifiesta de distintas maneras.
Todos nacemos curiosos. La curiosidad tiene grandes ventajas: desde rejuvenecer nuestra mente a ayudarnos a afrontar con éxito los cambios. Pero no todos lo vivimos del mismo modo. Hay a quien le fascina Instagram para husmear en la vida de los demás; otros centran su interés en conocer cosas materiales como, por ejemplo, el funcionamiento de un determinado motor. Ambas personas son curiosas, pero lo que demuestran las últimas investigaciones es que dependiendo del tipo de curiosidad que tengamos estaremos mejor preparados para resolver unos conflictos u otros. Veamos la tipología que proponen Kashdan, de la Universidad George Mason, y otros autores:
1. Exploración alegre: este es el prototipo clásico de curiosidad. Estás buscando algo relacionado con nuevos conocimientos o información, desde aprender a cocinar una salsa que te gustó a saber quién construyó un determinado edificio. Esta curiosidad, como indica su nombre, está relacionada con la alegría de aprender algo que desconocías.
2. Sensibilidad a la carencia: esta dimensión tiene un tono emocional distinto. Mientras que el anterior te da alegría, en este caso uno se adentra en la tensión o en la ansiedad por saber cómo se resuelve un problema en un examen o por recordar un dato, que no hay manera de que venga a la memoria, por ejemplo.
3. Tolerancia al estrés: esta se activa cuando se acepta la duda o la ansiedad ante eventos nuevos, complejos o misteriosos. De algún modo, ayuda a reducir las resistencias ante los cambios. Permite preguntarse qué puede haber más allá del miedo, como cuando se presenta un cambio en el departamento en el que trabajamos.
4. Curiosidad social: aquí se enmarcan situaciones en las que queremos saber qué piensan y hacen otras personas al observar, hablar o escuchar conversaciones. Es el deseo de conocer la vida de otros a través de la prensa o las redes sociales o, simplemente, preguntarse qué mueve a cada uno cuando toma una decisión.
5. Búsqueda de emociones: es la dimensión que te lleva a asumir riesgos sociales, físicos o financieros para buscar nuevas experiencias, como quien explora deportes de riesgo o se va a otro país por el placer de la aventura vital.
Pues bien, según una reciente investigación realizada a más de 3.000 trabajadores en Estados Unidos, Alemania y China, el 84% reconoció que la curiosidad permite generar nuevas ideas y un 64% que ésta ayuda a obtener un ascenso laboral. Además, según las conclusiones del estudio, las cuatro primeras dimensiones de la curiosidad mejoran los resultados en el trabajo; y las personas con alta curiosidad social son las mejores para revolver conflictos con los compañeros de trabajo y logran una mayor confianza.
En definitiva, cada uno puede tener más o menos desarrollada cada una de las dimensiones anteriores, y dependiendo de ello, podremos ser: fascinados (tenemos un desarrollo alto de todas las dimensiones, en especial, la exploración alegre); solucionador de problemas (cuya dimensión principal es la sensibilidad a la carencia) o empático (la curiosidad social es más importante).
Concluyendo, la curiosidad es sana, a pesar de algún refrán que diga lo contrario, y si pudiéramos, valdría la pena desarrollar distintas perspectivas de la curiosidad. Como demuestran las investigaciones, esto nos daría mayores recursos para movernos con éxito en el trabajo y para revolver conflictos. Vale la pena, ¿verdad?