Santiago es uno de esos millennials que a más de un jefe ha descolocado. En plena crisis renunció a su puesto de trabajo: ¡Chocaba de frente con sus valores!
“Si los valores son lo más importante de nuestra vida, ¿cuál es mi valor como persona si los estoy violando días tras día? Esa pregunta cambió mi vida, devolviéndome el vigor que tanto eché en falta”.
Con sólo 21 años se hicieron realidad sus sueños. A punto de terminar sus estudios universitarios de Publicidad y Relaciones públicas, le contrató una agencia de marketing y comunicación para desempeñar un puesto de responsabilidad como Social Media Manager. Tal y como él mismo cuenta: “¡El sueño de cualquier joven en una coyuntura de crisis económica! Era un privilegiado. Un privilegiado con una familia y pareja envidiables”. Pero lo dejó. Lo dejó porque violaba lo más importante de su vida.
Su alarma interna comenzó a sonar cuando descubrió que vivía en piloto automático. “En lugar de imprimir excelencia en mi trabajo, requisito que siempre he considerado fundamental, opté por cumplir con el mínimo exigido por mi superior. Al fin y al cabo, estaba contribuyendo en lo que a mi juicio era un engaño a nuestros clientes, pues se les hacían falsas promesas”, explica Santiago.
Su defensa inconsciente ante tal situación fue amar los fines de semana y detestar los lunes, inundados por una gran pereza cada vez que sonaba el despertador. Hasta que un día presentó la baja voluntaria. “La situación económica de mi familia es estable”.
Pero antes de dar el paso, se inscribió en un curso de coaching personal, como vía para resolver su situación. Ahí descubrió que necesitaba un coach para realmente profundizar. “Creía que la formación me capacitaría para solucionar mis problemas sin la necesidad de una persona externa. Pero me equivoqué. Una vez fui consciente de ello, busqué desesperadamente qué coaches había en mi ciudad o alrededores. Así conocí a David Alonso, quien ahora es un buen amigo y un colega profesional”.
Una vez recuperadas las fuerzas gracias al proceso de coaching personal, cerró esa etapa con un broche de oro: escribió su primero libro. Un libro electrónico gratuito, cuyo nombre es Graduado. ¿Ahora qué? Ni más ni menos, se atrevió a responder la pregunta del millón. En sus páginas cuenta su experiencia y recomienda a sus coetáneos cómo encaminarse en el mundo profesional una vez finalizados los estudios. “Lo que cambió mi vida fue descubrir qué son los valores a través del juego El Valor de los Valores”.
¿Qué les dirías a personas con trabajos que detestan?
Tengo un miedo terrible a la muerte. No soy creyente, pero sí un apasionado de la filosofía. Decía Descartes “pienso, luego existo”. Pues bien, partiendo de la base de que no soy creyente, habrá un día que deje de pensar y, consecuentemente, de existir. Sentiría que mi vida ha sido en vano si no tuviera el valor de vivir de acuerdo con mis valores. Esto es lo que le diría a aquellas personas que detestan su trabajo: dejarlo es un acto de justicia hacia tu propia persona.
¿Cuál es tu lección de vida hasta hoy?
Vivir la vida que quieres y hacerlo respetando a quienes te rodean no es un ejercicio de egoísmo, sino de amor hacia tu propia vida.
¿Qué has descubierto con este cambio?
He descubierto que todas las decisiones importantes de mi vida tienen un denominador común: mis valores personales. De algún modo, actúan a modo de brújula, diciéndome aquello que no está en congruencia con mi particular visión del mundo. Es tal la importancia que concedo a los valores que, periódicamente, los analizo mediante el juego El Valor de los Valores, una herramienta de coaching que descubrí de la mano de David Alonso.
¿Qué es para ti lo realmente importante en la vida?
A riesgo de ser sonar repetitivo, lo que de verdad me importa es vivir en congruencia con mis valores. Si los respeto, sé que tendré una viva plena.
¿En qué consiste tu felicidad? ¿Qué te quita la felicidad?
Mi felicidad es tan alta como el más débil de mis valores. Puedo sentirme completamente satisfecho con mi honestidad y sentido práctico, ahora bien, si no actuó humildemente, mi felicidad general queda gravemente dañada.
¿La felicidad se hace?
Se hace en la medida que puedo contribuir por acción o por omisión con mi grado de satisfacción en la vida a través de los valores.
¿Sabes ser feliz?
Creo que la felicidad jamás es plena en tanto que, cuando somos felices, nuestro nivel de exigencia aumenta. Es difícil encontrar un punto de equilibro entre conformismo e inconformismo.
Pero ¿dirías que eres feliz? Sí.
La valentía para dejar aquel trabajo e indagar en su interior, le ha abierto nuevos horizontes. Con tan solo 23 años, Santiago se ha certificado profesionalmente en la metodología creada por Simon Dolan y, actualmente, cursa un Máster en Marketing Digital a la vez que se prepara para emprender como consultor en medios sociales. “Eso sí, esta vez con mis valores personales por delante”, concluye.
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