No siempre es recomendable huir cuando tenemos miedo. Ante un ruido extraño que nos despierta en medio de la noche, lo habitual es quedarse petrificado. Se nos congela la sangre y agudizamos el oído, intentando identificar la causa (cuando éramos pequeños la opción consistía en meternos debajo de la sábana como si ésta fuera un chaleco antibalas). Los animales también se comportan del mismo modo: cuando la tortuga se esconde en su caparazón o los habilidosos avestruces meten la cabeza en un agujero en el suelo (si yo no les veo a ellos, ellos tampoco me ven a mí). Es la estrategia de la inmovilidad, que tiene su reflejo en la empresa. Cuando nos quedamos en blanco en una reunión complicada o cuando ponemos cara de póquer cuando nos dan una carta de despido inesperada…. por no hablar de cuando hacíamos exámenes.
Y el origen de la inmovilidad se debe a nuestros instintos de supervivencia, dicen los antropólogos. Era más fácil salir con vida si un mamut nos perseguía agazapándonos que si salíamos corriendo como locos. Los animales reconocen el movimiento y en los Sanfermines se ve a las mil maravillas. En definitiva, quedarnos quietos como estatuas era un sistema para salir con vida que actualmente resulta un tanto absurdo si lo que viene es una moto. Una vez más, el precio de la evolución.
Hola Pilar, lo que hace el avestruz en tú fotografía es lo mismo que debieron de hacer las personas que viajan en el mismo vagón que la chica peruana que fue agredida en el metro de Barcelona.
Por que nadie tuvo el valor suficiente para ayudar a ese ser humano?????
El miedo fue superior al civismo, la solidaridad se esfumó entre esas cuatro paredes, nadie dió un paso adelante y se enfrentó a los dos enemigos que existían en ese tren, uno de ellos el «nem» y el otro el que nos dejó sentados en nuestros asientos viendo como una persona indefensa era castigada por tener un color de piel distinto al de la mayoría.
Hacía donde estamos caminando…
Sí, Kike, es un triste ejemplo de cómo el miedo paraliza. Desgraciadamente la semana pasada salía en prensa el caso contrario. Un chico que salió en defensa de una mujer a la que estaba maltratando su novio en la calle acabó muerto del puñetazo que éste le dió. Y lo peor, la novia dijo después que no estaba ocurriendo nada. No me extraña que haya miedo a defender a otros, porque lo que se protege es la propia integridad física muy desgraciadamente.
La única forma de que alguien se hubiera enfrentado en el tren de Barcelona hubiera sido uniéndose varios, o que alguien hubiera tenido mucha valentía o que esa mujer hubiera sido familiar o amiga de alguien, que no lo hubiera dudado. Es así de triste, pero aun me parece más triste que quien la maltrató siga en la calle.
esto no da miedo