“¿Tener o ser?” es la dualidad a la que nos enfrentamos a la hora de definir nuestra misión y el título de un libro maravilloso escrito por Erich Fromm, uno de los mejores filósofos contemporáneos. El tener se ha convertido en nuestra identidad. Y resulta paradójico buscar la singularidad a través de un BMW fabricado en serie, aunque cueste 60.000 euros. En el tándem identidad y consumo hay un triunfador (las empresas y los profesionales) y hay un perdedor (las personas, que nos llenamos de miedos a perder lo que tenemos). Cuando jugamos ese partido, un cambio de funciones, la llegada de un competidor o una jubilación anticipada se perciben como amenazas. Y quizá no seamos tan conscientes de que cuando uno trabaja en función de lo que es, los cambios pueden producirle una cierta incomodidad, pero difícilmente miedo. Pilar Gómez Acebo lo resume del siguiente modo: “Quien trabaja sobre el ser, es un triunfador nato”. Pero el reto no es sencillo.
En una encuesta realizada hace años en Francia, el 89 por ciento de los participantes reconocieron que el hombre necesitaba algo por lo que vivir. Viktor Frankl afirma que la neurosis de nuestra sociedad es el vacío existencial. Y para evitarlo, lo rellenamos con cosas superficiales: bienes materiales, posición profesional… En definitiva, todo lo que después tememos perder. No es de extrañar que los clientes de cirugía plástica hayan crecido de forma exponencial en los últimos años (la pérdida de la belleza física se ha convertido en una de las obsesiones de nuestro tiempo). La autorrealización la asociamos al éxito personal del tener, que no al del ser. Y la temida pregunta: ¿Las empresas se interesan por personas motivadas en el ser o en el tener? Cuando algunos directivos afirman que quieren que sus comerciales posean las mejores casas y tengan los mejores automóviles, ¿qué están buscando? Desde el tener somos más vulnerables al miedo y, sin duda, a la manipulación de nuestro vacío. Si la empresa desea talento, su desafío es conseguir que sus profesionales trabajen por un fin último más trascendente que el puro tener. Por supuesto, los automóviles son fantásticos, pero trabajemos también por algo de mayor trascendencia y que nos dé sentido de contribución.
Me gusta mucho lo que dices, sobre todo el concepto del miedo al vacío y la forma en que se utiliza en diversos entornos sociales, laborales y familiares.
Es cierto. La sociedad de consumo, el argumentario economicista, se apoyan siempre en el tener. El crecimiento sería bueno, la temida recesión mala. Es como la tontería de que si llueve hace mal tiempo y si hace sol bueno.
La presión social, laboral y sobre todo mediática sobre el tener es abrumadora. Es justo lo contrario del Zen, donde el vacío representa la máxima felicidad.
Al hilo de este concepto escribí un post sobre el Canon Digital:
No es lo que tengo, es lo que soy
Con 15 años menos, no hubiera entendido tus palabras, Pilar. Hoy día, las comparto totalmente.
Un ejemplo: en este momento estoy preparando un proyecto, que puede ser muy útil y necesario para la empresa en la que trabajo. Lo estoy haciendo desde el SER, porque no me importa lo más mínimo si me llevaré el mérito o si algún astuto se lo terminará adjudicando (los astutos no suelen ser inteligentes, pero saben sacar partido…). Tampoco tengo esa ansiedad de que todo vuele, para que, finalmente, se sepa que se ha realizado en un tiempo récord, tratando de buscar reconocimiento (muchas veces se cumplen plazos temporales para cumplir compromisos personales). No creo que mi cuenta suba por este “esfuerzo”. En fin, no es el tener, reconocimiento y dinero, lo que me impulsa a desarrollarlo con energía. Y ¿por qué tengo esta visión de este proyecto? Porque he aprendido (fundamentalmente mientras he ido buscando mi ser, a lo largo de los años) que no hay nada que llene más y que sea más productivo que trabajar con miras universales. Deseo que lo que estoy haciendo sea de provecho para muchas personas, que lo utilicen, que les facilite el trabajo, y sé, positivamente, que esa apertura mental me va a reportar innumerables satisfacciones.
Un abrazo
Qué bonito lo que mencionas, Concha, y qué difícil es llegar a ello. Ese vacío, del que menciona también Félix, lo intentamos rellenar con éxitos, dinero… Y eso es lo que nos sumerge en el estrés, no cabe duda.
Me ha gustado mucho, Félix, tu post y comparto contigo la reflexión del Canon Digital.
Un abrazo,
Pilar
Acabo de terminar el libro «Sonrisas de Bombay», que recomendaste en otro comentario, y eso sí que es vivir con miras universales, ni una gota de tener y un océano de Ser. Me ha dejado atónita. Lo leí de una sentada y no he podido dejar de pensar en ese chico tan joven y tan maduro, tan honesto y tan inteligente, y en todo el bien que está haciendo. Es emocionante.
Un abrazo
Concha
Pilar:
Por fin encuentro un fundamento filosófico para no comprar un movil. Ya me estaba costando explicarselo a los que me rodean!!!!
Bueno fuera de broma a mi me parece que las personas viven segun los objetivos que tiene y como vos decís si no temos un objetivo trascendente es fácil perdernos entre el consumismo en que vivimos.
Para ser uno se tiene que conocer y esa parte es lo que a mi modo de ver está faltando en el hombre moderno. Hay miedo a encontrarnos con nosotros mismos y por eso nos preocupamos por tener y parecer antes que ser.
Uhy que rollo ni yo me entiendo…
Un abrazo
Muy bueno, Pilar
De este hombre también
Eso lo explican estupendamente los ingleses, concretamente el Bardo de Strafford Upon Avon, creo: «To be or not to be».
Es un retruécano ontológico .
Un abrazo
oye tio porq borras ms comentarios y solo dejas los q te interesan
Eres hermosa y enriquecida con una inteligencia que nos mueve sin verte a las profundidades de la naturaleza humana…desde ese ping pon del tener-ser.
Una búsqueda milenaria de nuestro Eden perdido y un caminar en los que los filosofos y los místicos de todos los tiempos y lugares aparecen como huellas para que no nos perdamos en el VACIO DEL SER porque allí desenvocan todos los rios….Afectos.